16 de junio de 2010

Fugitivos


Hace unas semanas, nos volvió a sorprender la noticia de que los peligrosos convictos Engrinia McAgria y Serguéi Plumióvich habían escapado, una vez más, de la cárcel en la que llevaban meses confinados. Afortunadamente, gracias a una llamada anónima, pudieron ser arrestados de nuevo sin más complicaciones.
Esta pareja de criminales se ha escapado de distintas prisiones seis veces en los últimos dos años, burlando sistemas de vigilancia cada vez más sofisticados. La redacción de este periódico, gracias a unos pases especiales para la penitenciaría de alta seguridad a la que Engrinia y Serguéi han sido destinados, ha tenido la oportunidad de encontrarse cara a cara con ellos durante sólo unos minutos.

¿Cómo os conocisteis?
Engrinia: En el ejército. Yo me alisté tras una dolorosa experiencia con el que por entonces era mi marido, y Serguéi ya estaba allí. Cuando estaba haciendo el entrenamiento, me llamaron para que resolviera un asunto en el que estaba envuelto mi ex marido, y decidí aceptarlo. Resultó ser un poco más complicado de lo que yo esperaba, así que le pedí ayuda a Serguéi, que abandonó el ejército para concentrarse en el encargo. Y, desde entonces, hemos estado juntos.
Serguéi: Así es.

¿Y de dónde sois? Porque vuestros nombres son muy particulares...
Serguéi: Mi padre era ucraniano.
Engrinia: Yo soy española. Engrinia McAgria es mi nombre artístico.

Sois dos de las personas más buscadas del país. ¿Por qué motivo? ¿De qué delitos se os acusa?
Serguéi:
Uf...
Engrinia: Yo todavía tengo que cumplir unos cuantos años más por el asesinato de mi ex marido. Pero en eso sólo fui una víctima más, yo obedecía órdenes de la persona que me contrató, alguien muy importante cuyo nombre no voy a revelar.
Serguéi: Muy importante.
Engrinia: También se me acusa de la muerte de la señora Rubiales, pero puedo afirmar con toda convicción que soy inocente. A la pobre desgraciada se le cayó una lámpara encima intentando echar a dos adolescentes entrometidos de su casa. Un desgraciado accidente. Pero, como yo estaba allí, me toca pagar el pato.
Serguéi: Muy cierto.

Y luego están todas las denuncias por allanamiento de morada y delitos menores, incluida una de dos jóvenes que los culpan de acoso...
Serguéi: Mire, le voy a explicar...
Engrinia: Eso es una vergüenza, es lo que es. Todos los delitos que hemos podido cometer son culpa de esos dos jóvenes, precisamente. Ellos fueron los culpables de que la pobre Penélope [Rubiales] muriera, y de otras muchas cosas más. Llegó un momento en el que quizá nos obsesionamos un poco con ellos, cierto, pero fue sólo porque no podíamos soportar que gente tan entrometida y problemática saliera siempre de rositas.

Desde que los encarcelaron por primera vez hace poco menos de dos años, se han escapado seis veces. ¿No se resignan a cumplir su pena? ¿Por qué siguen intentando escapar?
Serguéi: Porque nos aburrimos.
Engrinia: Porque somos inocentes. Sólo somos culpables de estar siempre en el lugar y el momento equivocados, con la compañía equivocada.

¿Qué les parece su nueva cárcel?
Engrinia: A mí me gusta más. Me han contado que una vieja conocida está aquí, y tengo muchas ganas de hablar con ella.

¿Les gustaría decir algo a la gente que lea esta entrevista?
Engrinia: Que nunca nos cansaremos de huir. Lo único que queremos es un trabajo digno y honrado y que se haga justicia de una vez, y no vamos a dejar de luchar por ello.
Serguéi: A mí me gustaría decir que...
Engrinia: Que esperamos con muchas ganas que otro cliente nos encargue algo nuevo.

Reportaje sobre Engrinia McAgria y Serguéi Plumióvich
publicado en El País en junio de 2005.

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